Verano de 2014. José Sánchez Varela, vigilante de Vettonia Seguridad, está trabajando en la piscina municipal de Patrocinio, un barrio de Talavera de la Reina. Ve a una madre angustiada que pide ayuda a gritos porque su hijo se asfixia. El chiquillo, de entre 6 y 7 años, se acaba de meter un globo lleno de agua en la boca, lo ha reventado con los dientes y la goma le obstruye la laringe.
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