Los códigos internos no sólo sirven para regular las relaciones laborales, sino también para ampliar los castigos a comportamientos reprochables disciplinariamente que suceden dentro de una empresa.
Todos sufrimos a los amigos o compañeros de trabajo que se empeñan en consumirnos la batería del móvil con infinitos mensajes y fotos en los grupos de WhatsApp. Aunque esto es molesto en bastantes ocasiones, no suele ir mucho más allá, al contrario de lo que le pasó a un empleado de Securitas Direct que fue despedido por compartir en uno de estos grupos los domicilios de potenciales clientes.
Además de pedir 75 euros para entrar en este selecto club y facilitar así el trabajo comercial, esta conducta iba en contra del código interno de la compañía, conocido y de obligado cumplimiento, como subraya la sala de lo social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla- La Mancha, que avaló así el despido de este empleado.
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